Zaragoza está tallada por las manos del Ebro que le imprime ese carácter fuerte y bello, ciudad con mil historias que contar y ninguna nos aburre. Desde los iberos a los romanos junto con árabes, visigodos y cristianos han defendido y amado la ciudad que más tarde fue bastión de la independencia ante los invasores. Por todo ello, y por todo lo que puede ofrecernos merece ser un punto de visita obligado.